lunes, 13 de junio de 2011

Los Ojos de Julia
Guillem Morales (2010)

Resumen
Julia no cree que su hermana se haya podido suicidar, a pesar de que todos los he
chos apunten a que así sea. Empieza a obsesionarse por investigar las circunstancias de la muerte de Sara, lo que la lleva a cruzarse con un misterioso hombre que nadie parece ver, ni siquiera ella. Julia tiene la misma enfermedad degenerativa que su hermana, lo que le provoca la pérdida progresiva de su visión. Con los acontecimientos cada vez más agresivos que van surgiendo, Julia sufre repetidos ataques que le hacen perder la visión más rápidamente de lo normal. Tiene que confiar en otros sentidos para discernir la realidad de las pesadillas.




Diálogos entre el cine y la fotografía

La fotografía es el arte de obtener imagenes por la acción de la luz. En esta película, al contrario, se realiza una pérdida de la luz, ya que la protagonista, Julia, se está quedando ciega y poco a poco, cae en la oscuridad.


Las fotografías como recuerdo de alguien que nadie recuerda

Una fotografía se hace para luego mirarla y recordar rostros, personas, paisajes. Una fotografía no existe si no hay un sujeto para verla. Sin embargo, la temática de
Los Ojos de Julia gira entorno a la ceguera: la protagonista, Julia, se está quedando ciega. El otro personaje principal es el psicopata Ángel, “un hombre sin luz, un hombre invisible” (como lo describe Créspulo, uno de los personajes), que nadie recuerda. Siendo invisible a ojos de todos, Ángel no es nadie. La gente no tiene recuerdos de él. Por eso las fotografías tomadas por Angel son para él una obsesion.

Las fotografias de familia

En esta película aparecen algunas fotografías de familia, en concreto de dos tipos:
las fotografías de Soledad, la vieja ciega, con su marido y su hijo pequeño. No tiene relevancia la fotografía de la familia cuando aparece en la pantalla al principio de la película, pero adquiere un significado cuando entendemos que el niño pequeño es en realidad el psicopata. De pequeño, conocemos a Ángel gracias a la fotografía, pero desconocemos su rostro de mayor, ya que no aparece nunca en el plano, excepto al final, cuando se descubre su identidad.
Aparecen también fotografías de Sara, en su casa. Nunca está acompañada, lo que acentúa el sentimiento de soledad que sufría la hermana de Julia. Estas fotografías aparecen cuando Sara ya ha muerto, como para recordar a Julia que es lo único que queda de ella.


Las fotografias de un psicopata

El psicopata es el personaje que maneja la cámara de fotos y las fotografías. Lo hace por diversas razones.


Coleccionar las fotografías
Ángel toma fotografías de sus víctimas y las recopila en una habitación. La pared está llena de fotografías, y dos focos encendidos iluminan los rostros de las víctimas. El psicópata colecciona estas fotografías por varias razones:
conocer a sus presas, sentirse superior y controlar la situación, utilizarlas como trofeos cuando se “suicidan” sus víctimas, y sentir el placer de verlas desnudas.
En El Fotógrafo del Pánico, de Michael Powell,el asesino fotografía a sus víctimas para fijar el momento de la muerte, pero el personaje de Los Ojos de Julia va más allá y empieza a tomar fotografías mucho antes, en cuanto elige a su víctima.

Cegar y esconderse
El director relaciona la temática de la ceguedad con la utilización de la fotografía: antes de perder la visión, Julia intenta averiguar quién es el hombre que la persigue. A punto de descubrir su identidad, Julia es cegada por el flash de la cámara de fotos del hombre, lo que permite a Ángel huir de la situación.
El director hace una referencia directa al tema de la pérdida de visión: el psicópata controla la situación cuando la víctima no ve. Es él quién les hace perder la visión (inyectándole un producto que altera al nervio óptico), y en este caso cegando a Julia con el flash de su cámara de foto. De esta forma, Ángel se esconde de Julia y del espectador detrás del flash, como lo hace el protagonista de L
a Ventana Indiscreta de Alfred Hitchcock.

Iluminar
El psicópata utiliza el flash de su cámara de fotos también para iluminar una habitación. Viendo que la persigue, Julia, ya ciega, decide apagar todas las luces para que el psicópata no tenga ventaja sobre ella. Ángel utiliza el flash de su cámara de fotos para iluminar la escena e intentar encontrar a su víctima, como en
Peeping Tom de Michael Powell
El director utiliza estos recursos narrativos para confundir también al espectador, que descubre la escena desde el punto de vista del psicópata: vemos una pantalla negra, y flashes que nos permiten percibir de vez en cuando donde se ubica el asesino. Como el asesino, nos tenemos que orientar por el oido para encontrar a Julia.

Las fotografias como testimonio y prueba

Las fotografías sirven también como prueba de la culpabilidad de Ángel. J
ulia entiende quién es el asesino solo cuando ve la habitación llena de fotografías de las víctimas, es decir fotografías de su hermana Sara, y suyas. Además, conoce la verdadera identidad del asesino cuando ve las fotografías de Ángel de pequeño, en la casa de su madre. Antes, no había relacionado el hijo de la vieja ciega con el psicópata.



La película de Guillem Morales utiliza la temática de la fotografía, y le da varios ejes entorno al fotógrafo asesino: utilización de la cámara como un objeto que permite hacer más cosas que tomar fotografías. La cámara de fotos para el asesino es, en este caso, un aliado: cegar a la víctima, iluminar un lugar, etc. La utilización de las fotografías en
Los Ojos de Julia tiene una temática cinematográfica fuerte, a tres niveles:
✔ Memorística: como hemos visto anteriormente, las fotografías de familia sirven para recordar a una persona ausente. En el caso de Soledad, recuerda a su marido y a su hijo que la abandonaron. En el caso de Julia, las fotos le recuerdan a su hermana recién muerta.

✔ De investigación: Ángel toma fotografías de sus víctimas para conocer sus hábitos e investigar sobre ellas para poder controlarlas.

✔ Metafórica: Ángel es un personaje, como lo hemos visto, que nadie recuerda. Está obsesionado por el tema del recuerdo a través de las fotografías. Además, las personas ciegas sí pueden sentir su presencia, y son las que no pueden ver las fotografías.

Marie

lunes, 23 de mayo de 2011

Nosferatu, una sinfonía del horror
(Nosferatu, eine Symphonie des Grauens)

F.W. Murnau (1922)

Para los que han visto Nosferatu en blanco y negro...










¿Nosferatu fotofóbico?
¿Nunca se han preguntado cómo Nosferatu, vampiro de su profesión, que teme la luz del día, se pasa la película entera dando paseos en plena luz? No intenta andar a la sombra de las casas o de los árboles. No se da prisa. Ni siquiera se protege la cabeza calva con un sombrero, o la cara con las manos. Pero qué error de puesta en escena de parte del director, ¿no? ¿Cómo nos habremos dejado engañar así?
Todo tiene su explicación...

En primer lugar, esta película es la primera versión cinematográfica que se hizo de la novela de Bram Stoker, Drácula. Y en esta obra, el conde no teme la luz del día. Bram Stoker describe una escena donde Drácula se pasea a la luz del día en Londres, en una soleada tarde de septiembre. En sus orígenes, entonces, ¿los vampiros no temían la luz solar? Pues no, solo el ajo. Fue Murnau quien le puso esta característica a los vampiros, con Nosferatu. Desde esta película, la luz del día es sinónimo de muerte para un vampiro.

Bueno, pero seguimos con el problema. Si Murnau pretende que los vampiros se destruyen con la luz del día, ¿qué hace Nosferatu, su ataúd debajo del brazo, andando por la calle? Muy simple. Dejemos un momento nuestro querido vampiro, que supuestamente padece fotofobia, y retrocedamos en el tiempo.

Las películas no eran en blanco y negro
Todas las películas mudas tenían sus filtros, su coloración, su etalonaje, aunque hoy en día las tengamos en blanco y negro. La tecnología no permitía grabar directamente en color, entonces se realizaba después del rodaje y del montaje. Se rodaba todo de día, y luego se cortaba la película y se separaba por escenas: las escenas exteriores de noche para el filtro azúl, las escenas exteriores de día para el filtro amarillo, las escenas de peligro en rojo, etc. Y se volvía a montar la película. Eran los filtros azules o sepia que daban la impresión de día o de noche.

Los que han visto la película de Nosferatu en color pueden apreciar este cambio de luces y de ambiente. Nosferatu, efectivamente, temía la luz del día. El filtro azúl le salva el pellejo.

Y aquí cabe hacerle un pequeño homenaje a Murnau, que supo utilizar de forma magistral las sombras, las luces, el contraluz, elementos propios del cine expresionista. Las sombras dibujan formas y líneas en el decorado y en los personajes, que se reflejan en ellas: sus miedos con paisajes oscuros, la luz descentrada, las sombras inquietantes... La sombra de Nosferatu nos sigue atrapando...


Marie









lunes, 9 de mayo de 2011

Lola
Brillante Mendoza (2010)

La película
Dos abuelas (Lola significa abuela en Talalog) están confrontadas a un drama común: Lola Sepa acaba de perder su nieto, asesinado por un ladrón de móviles, Lola Puring es la abuela del joven asesino. La primera necesita dinero para pagar el entierro, la otra para sacar a su nieto de la cárcel y evitar un juicio.

El dinero, héroe vencedor de la película
Culpable y héroe de la película, el que gana y vence a todos, el dinero. Como buen protagonista, aparece desde el primer plano de la película. Un billete pasa de una mano a otra y termina con sus compañeros en un sobre. A cambio, una vela en memoria del nieto de Lola Sepa.
El dinero es omnipresente. Todo se paga. Lola Sepa compra un ataúd, Lola Puring vende verduras. Lola Sepa empeña su tarjeta de pensionista, Lola Puring intenta vender los patos que le ha regalado su hermana. Lola Sepa pide dinero a los vecinos, Lola Puring vende su televisión que no cesa de vomitar su programa de dinero, Débito Crédito.

Los objetos como representación de una historia
Mientras el dinero pasa de bolsillo en bolsillo, se compra, se intercambia y se roba, otros elementos hacen función de personajes: el paraguas, débil, cansado, frágil, intenta luchar contra una lluvia destructora. Se dobla, se cierra, pero no se rompe, a la imagen de su dueña, Lola Sepa. Las verduras, reflejo del tráfico ilegal de Lola Puring y de su nieto, son maltratadas, aguantan el diluvio, y terminan en el suelo, junto con un puñado de monedas. Hasta la ciudad, sucia, ruidosa, gris, nos anuncia una realidad pobre, triste y sin luz. El agua, lágrimas no derramadas por nadie porque en esta vida el más débil no sobrevive, llora por ellos, por nosotros. Un llanto a veces desesperado, atormentado, como un grito que no sale, y a veces tranquilo, profundo e inmenso como el agua en el cual van, sin ruido, las barcas. El agua llora por nosotros porque en esta película, no hay sentimentalidad abusiva, no cae en la emoción irracional. La tristeza de Lola Sepa no se lee en sus ojos ni en su frente, sino en su espalda, cuando la seguimos en el largo pasillo de la funeraria.

¿Y los hombres?
Mientras tanto, los hombres son los grandes ausentes de esta historia. Han desaparecido de la casa, o están enfermos. Un nieto ha muerto, el otro espera en la cárcel que lo libere su abuela. Los hombres no ayudan, son, muchas veces, la causa de los problemas. Como lo dice Lola Sepa, hablando de su marido: "Los hombres son tremendos, nunca hacen caso. Por eso se murió", frase que podría haber pronunciado para su nieto.
Las dos abuelas son el pilar de la familia, ciudan de sus hijos y nietos como pueden. Si hay que rebajarse hasta pedir dinero a los vecinos o robar a los clientes, lo hacen, pero con dignidad. ¿Amoral? Quizás, pero a la imagen de un país desorganizado socialmente, que hace de un juicio una chapuza. "Yes, your Honor", como diría Lola Sepa, que no entiende lo que está pasando con su dolor, con su duelo.

¿Qué concluir de todo esto? ¿Que se puede regatear el dolor de una persona, o que la clemencia es el gesto de humanidad más fuerte que pueda existir? Brillante Mendoza no juzga, y nos deja pensar.

Marie